El Lío de los ‘Masters» de Taylor Swift

Por CARLOS PASSAGE

En junio de 2019, Taylor Swift entró en disputa con su antiguo sello discográfico, Big Machine Records y su nuevo propietario Scooter Braun, por la propiedad de los ‘masters’ de sus primeros seis álbumes de estudio. 

La adquisición por 330 millones de dólares convirtió en propietario a Braun  de todos los ‘masters’, vídeos musicales y obras de arte con derechos de autor de la disquera, incluyendo esos primeros seis discos de Taylor Swift.

Taylor Swift declaró que había intentado comprar los ‘masters’, pero Big Machine había ofrecido condiciones desfavorables y sabía que el sello se los vendería a otra persona, pero no esperaba que Braun fuera el comprador, recordándolo como un «matón manipulador incesante». 

Luego en octubre de 2020, Scotter Braun vendió los ‘masters’!a la firma de inversión de la familia Disney, Shamrock Holdings, por 405 millones de dólares con la condición de seguir beneficiándose de los masters. 

Taylor Swift expresó su desaprobación nuevamente, rechazó la oferta de Shamrock de una sociedad de capital y empezó a regrabar y lanzar de nuevo esos primeros seis álbumes con un gran éxito. 

La discusión ahora se centra sobre los derechos de los artistas, la propiedad intelectual, el capital privado y la ética en la industria. 

Scotter Braun ha expresado su arrepentimiento por la compra de los ‘masters’ de Taylor Swift y de la disquera Big Machine en general. El vendió  posteriormente  todo a Hybe Corporation.

Según la ley de derechos de autor de Estados Unidos un lanzamiento musical está sujeto a dos derechos de autor separados:

1. Los derechos de autor de la canción o de composición.

2. Los derechos de autor de la grabación específica de esa canción, que generalmente está contenida en un ‘master’. 

El master es la primera grabación de un producto, de la que se hacen copias para su venta y distribución. 

El propietario del ‘máster’, por tanto, posee los derechos de autor de todos los formatos de la grabación, como las versiones digitales para descarga o streaming, o las versiones físicas como CD y vinilo. 

Antes de la aparición de las plataformas digitales, los músicos dependían de los sellos discográficos para promocionar su música en los medios o la distribución física. Los sellos normalmente exigian a los artistas que les concedieran los derechos de los masters «a perpetuidad».

La propiedad de una obra musical se conoce como ‘Derechos de Publicación’, que cubren la letra antes de que se convierta en una grabación sonora y esto incluye las melodías, partituras, composición y arreglos instrumentales.

Los compositores generalmente poseen los derechos de publicación y se les conoce como «editores».