Por Carlos Passage
«¡Silencio señores, silencio!
Que entren a la partida
Llámenla corredores
Zacatecas contra Nuevo León
Que se haga el giro, parejo
¡Vengan los gallos!
¡Vengan los gallos!, señores
A la feria de San Marcos del mérito Aguascalientes
Van llegando los valientes con su gallo copetón
Y lo traen bajo del brazo al solar de la partida
Pa’ jugarse hasta la vida con la fe en un espolón»,
«Pelea de Gallos», Antonio Aguilar
Las peleas de gallos y su enorme vocabulario de gallistica expresado tambien en canciones estan listas para ser enterrados en Colombia.
La Sala Plena de la Corte Constitucional de forma unánime dejó en firme y ratificó la Ley 2385 de 2024 que prohibe las corridas de toros, rejoneo, novilladas, becerradas y las riñas de gallos en Colombia con el objetivo de buscar una transformación cultural con respeto de los animales.
La decisión, con ponencia del magistrado Miguel Polo Rosero, se basó en el mandato de protección y bienestar animal consagrado en la Constitución.
Cabe resaltar que para mitigar el impacto de esta decisión, la Corte difirió los efectos de esta prohibición por un período de tres años.
Este plazo, según el tribunal, tiene como objetivo permitir que se inicien los procesos de reorganización laboral y cultural correspondientes para las personas que viven o practican estas actividades.
El Impacto de la Prohibicion de la Pelea de Gallos
Tras la celebración del movimiento animalista por la decisión de la Corte Constitucional de prohibir la pelea de pelea las voces críticas no tardaron en aparecer. Una de las más contundentes fue la de Hugo García, presidente de la Federación Nacional de Gallos de Colombia, quien en diálogo con Blu Radio expresó su preocupación por el impacto social y económico que tendrá la medida.
“Nosotros somos 290 mil familias que dependemos de los gallos. De esas, 115 mil empleos son directos. Y cuando esas personas queden sin empleo, también quedarán sin vivienda, porque muchos habitan en los mismos criaderos”, advirtió.
De acuerdo con García, el país cuenta con 7.200 galleras registradas y cerca de 6 millones de aves dedicadas a esta práctica. La magnitud de la industria, asegura, no ha sido dimensionada por el gobierno ni por el Congreso.
“Yo quiero ver cuánto tiene el Gobierno presupuestado para estas familias. No pudieron con lo de los toros, menos con lo de los gallos”, afirmó, al cuestionar la falta de un plan de transición concreto y con respaldo financiero.
Para García, la prohibición no solo afecta a los criadores, sino también a los agricultores que producen maíz, principal alimento de estas aves: “Un gallo consume 100 gramos diarios. Eso son 18 mil toneladas al mes. ¿Qué van a hacer con los agricultores que nos suplen ese alimento?”
El Origen
El origen de las peleas de gallos se remonta a la antigüedad, con indicios que señalan su surgimiento en Asia, específicamente en el sureste asiático, hace más de 3.000 años.
Aunque no se conoce con exactitud quién las inventó, las primeras civilizaciones que las practicaron como un espectáculo fueron:
* India: Se cree que fue aquí donde las peleas de gallos organizadas se llevaron a cabo por primera vez, posiblemente hace más de 1.000 años a.C. En algunas culturas de la India, el gallo era venerado por razones religiosas.
* China: Se tiene registro de peleas de gallos organizadas en China desde el año 517 a.C.
* Grecia: Los griegos adoptaron esta práctica, no solo como entretenimiento, sino también para inspirar valentía y coraje en sus soldados antes de las batallas. Se considera que fue Temístocles, un general ateniense, quien las popularizó con este propósito.
* Roma: Los romanos, tras la influencia griega, las adoptaron como una forma de distracción, a menudo durante banquetes y en las termas. Julio César fue un entusiasta de este «deporte» y lo introdujo en Inglaterra.

Expansión y llegada a América
A lo largo del tiempo, la costumbre se difundió por el resto de Asia y Europa a través de comerciantes, misioneros budistas y navegantes.
A América, las peleas de gallos fueron traídas principalmente por los conquistadores españoles, quienes las introdujeron en el continente a partir del siglo XVI.
Sin embargo, en algunas regiones, como Filipinas, la práctica ya existía de manera precolonial, lo que sugiere una difusión a través de rutas comerciales asiáticas. En México, se tiene registro de las primeras peleas en el siglo XVI, y la práctica se extendió rápidamente, convirtiéndose en una tradición en muchas fiestas populares y patronales.
Colombia ha sido un mercado increible en esta actividad en los ultimos 100 años. La Corte Constitucional acaba de darle sepultura.
«Una hora duerme el gallo,
Dos el caballo,
Tres el que es santo,
Cuatro el que no es tanto,
Cinco el padre teatino,
Seis el peregrino,
Siete el caminante,
Ocho el estudiante,
Nueve el escudero,
Diez el caballero,
Once horas duerme el muchacho
Y once o más el borracho»,
Jose Antonio Leon Rey

15 Joyas del lenguaje gallistico en Colombia que van camino a desaparecer:
Abierto: Es el gallo que tiene o muestra ánimo dispuesto para la pelea.
Afilar: Aguzar la espuela.
Corbatear: Un gallo corbatea cuando se agarra con el pico de la garganta de su adversario y allí también le clava las espuelas.
Crestón: Se dice del gallo que tiene mucha cresta.
Chúcharo: Gallo sin ningún adiestramiento.
¡Chúpen!: Orden del juez a los careadores para que chupen las espuelas de sus gallos a fin de que se compruebe que no están enve- nenadas, lo cual podría ocurrir con curare o con otra substancia.
Descrestar: Operación que consiste en quitarle la cresta al gallo y también las barbas, lo cual se hace ordinariamente con una navaja bien afilada.
Despicado: Sin pico.
Fir: Palabra coloquial que se usa entre los miembros de un equipo para darse instrucciones mutuamente.
Ojodiuva: Es el gallo que tiene el ojo entre verdoso y carmelita, parecido al color de una uva «pintona» de monte.
Patasola: Gallo sin espuela o con una sola
Reventado: Brotando la espuela
Papujo: Se aplica al gallo que tiene muchas plumas en la cara, lo cual da cierto parecido con un hombre bien barbado.
Picolero: Se aplica al gallo que tiene el pico curvo como el de un loro
Tinoso: Que no yerra los espolazos en partes sensibles o vitales.
